El sonido se propaga por ondas, que en realidad son pequeñas
vibraciones. Si acercamos la boca a un globo inflado, la vibración de la voz
viaja a través del globo, que absorbe estas vibraciones y las transmite
sobre su superficie.
Cuando hablamos se produce una
vibración en el aire, que se transmite en forma de onda a través de cualquier
medio físico: aire, agua, etc. En el interior del tubo las ondas sonoras
chocan contra las paredes, de forma que las distintas ondas se superponen,
amplificando así la señal original. Además, el embudo con su forma permite
capturar más ondas sonoras y dirigirlas hacia un solo punto más estrecho, y a
mayor número de ondas, mayor vibración, mayor sonido.
Lucía Albentosa
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